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¿QUÉ SERÁ DE TI DESPUES DE LA MUERTE?

  • Por: Edward Andrés Díaz Reina
  • 6 dic 2015
  • 2 Min. de lectura

Como jóvenes ,quizas, son pocas la veces que pensamos en la muerte. La vemos como algo que solo ocurre a los ancianos, o a las personas gravemente enfermas. Y como nos sentimos tan fuertes y tan sanos, no la vemos como una amenaza latente. En cada paso que damos, y cada segundo que vivimos hay grandes posibilidades de perder la vida, pues una caída, una bala perdida, un error al tragar, un pequeño accidente, y mil cosas más pueden provocar que demos ese últimos paso al que muchos temen.

(Foto tomada de internet)


Después de la muerte no hay manera de volver atrás. No existe un botón el cual puedas oprimir para regresar segundos antes de morir, y así evitar, a toda costa, dar el paso final. Luego de trascender de este mundo, sólo te queda enfrentar, como a todos los hombres, el justo y santo juicio de Dios (Hebreos 9:27).


Al estar allí, ante el trono del Gran Rey de Gloria, si Cristo no cubrió tus pecados y te reconcilión con el creador, no tendrás como justificarte, ni siquiera tendrás derecho a hacerlo porque eres un miserable que durante tus pocos años de vida te la pasaste negando a Dios con tus labios y con tus hechos ( Tito 1:16). Te dedicaste a buscar tu éxito, a maltratar tu cuerpo con drogas, cigarrillos, alcohol y demás sustancias; a prostituirte con hombres y mujeres por dinero, o por satisfacer tus deseos sexuales; y dejaste de lado lo más importante: mirar a Cristo, y así reconciliarte con Dios.


Por eso al estar frente al trono de justicia de Dios, solamente podrás escuchar al creador condenándote a sufrir su ira en el infierno, y en el lago de fuego, donde las llamas jamás cesarán, y serás atormentado de día y de noche eternamente (Apocalipsis 20:10, Marcos 9: 47-48).


Sin embargo hay una esperanza, “Jesucristo el justo”, el único que tiene potestad de interceder por ti ante Dios (1Juan 2:1), para que no sufras la condena que tanto mereces, sino que goces de la misericordia inmerecida de Dios en el cielo, donde no habrá llanto, tristeza y dolor.


Pero Jesucristo solo intercederá por ti si en vida Dios te otorga el don de la fe y el arrepentimeinto. Así que pide al creador que doblegue tu orgullo y te lleve, de rodilas, a arrepentirte y creer en el evangelio, en Cristo, porque tu muerte, probablemente, está tan cerca que te puede alcanzar cuando leas la última letra de este texto, y si no te has arrepentido serás arrojado al fuego eterno; de manera que no pierdas tiempo y arrepiente. Reconoce a Jesús como tu salvador.


Que Dios te conceda el arrepentimiento.


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